jueves, 10 de noviembre de 2011

La escuela paralela hoy.

Sin duda, la sociedad de la información, y sus infinitas posibilidades de información y comunicación (prensa, radio, TV, videojuegos y bases de datos, Internet...), proporciona una verdadera escuela paralela a los ciudadanos, un poderoso entorno de educación informal que ejerce una continua influencia sobre los miembros de esta sociedad y encierra un gran potencial de creatividad y desarrollo personal. Gubern, (1987) se refiere a los nuevos medios tecnológicos como "densa y omnipresente iconosfera contemporánea que tiende a reemplazar nuestra experiencia directa de la realidad por una experiencia vicarial e indirecta de la misma, intensamente mediada (y por lo tanto interpretada), en forma de mensajes manufacturada por expertos de las industrias culturales, aunque oculten celosamente su condición de filtrada, manipulada o tergiversada" (1987: 400)

Así los nuevos medios y sus numerosos productos (cargados de estereotipos) llegan a los destinatarios (niños, jóvenes y adultos) de forma directa e inmediata, a veces de manera individualizada (Internet, por ejemplo) sin que otros agentes educativos puedan actuar como mediadores orientando su utilización e interpretación. La recepción de la información (ubicua y sobreabundante) es cada vez más una actividad individual, y dada la abundancia de los mensajes, resulta casi incontrolable. Ya en 1974 McLuhan comentaba que "hoy en nuestras ciudades, la mayor parte de la enseñanza tiene lugar fuera de la escuela. La cantidad de información comunicada por la prensa, las revistas, las películas, la televisión y la radio, exceden en gran medida a la cantidad de información comunicada por la instrucción y los textos en la escuela. Este desafío ha destruido el monopolio del libro como ayuda a la enseñanza y ha derribado los propios muros de las aulas de modo tan repentino que estamos confundidos, desconcertados" (1974: 233)

Además, como apunta Abraham Moles (1975), el predominio audiovisual está determinando una cultura distinta, una cultura mosaico, que se nos muestra como un conjunto de fragmentos yuxtapuestos, sin ejes de referencia, donde ninguna idea es necesariamente la principal pero muchas ideas son importantes. Por otra parte, si en las situaciones de interacción personal la comunicación se elabora generalmente con la palabra (que tiene unos significados bastante precisos), en el lenguaje audiovisual que utilizan los medios de comunicación el significante adquiere una gran importancia transmitiendo muchas veces mensajes altamente polisémicos. En cualquier caso, estos medios de comunicación influyen en los receptores a través del vocabulario que utilizan, las categorías conceptuales que establecen, las relaciones que plantean... y, por supuesto las ideologías y criterios de valor que presentan.

Por todo ello, y para conseguir ciudadanos que no vivan dominados por los omnipresentes medios de comunicación, es fundamental que las instituciones educativas contribuyan a sistematizar las múltiples informaciones mosaico recibidas (Dieuzeide, 1980) y proporcionen a los estudiantes una educación para los medios de comunicación, desarrollando una capacidad de criterio que les permita discernir y aplicar valoraciones críticas (a partir de criterios científicos, humanistas y estéticos) sobre la información recibida, especialmente en el caso de los mensajes audiovisuales (polisémicos e inductores de una alta resonancia emotiva).

Hay que tener en cuenta que aunque los jóvenes que nacen en este contexto de comunicaciones audiovisuales y telemáticas obviamente están mucho más preparados que las generaciones anteriores para interpretar y valorar estos mensajes (muchos de ellos pasan más tiempo ante la televisión, videojuegos, Internet... que en la escuela o relacionandose con los amigos y la familia), la escuela debe ayudarles a seleccionar y estructurar la información que pueda resultarles útil para construir su propia identidad y actuar en cada circunstancia concretas.

Por otra parte, disponiendo de los canales comunicativos bidireccionales que actualmente proporciona la telemática (redes de comunicación interactivas, abiertas, multiculturales y democráticas), la educación para los medios no debe limitarse a formar receptores críticos, también se debe potenciar la capacidad comunicativa de las personas y formar emirecs (emisores - receptores), sin duda la mejor manera de enfrentarse a la unidireccionalidad , el monopolio de la información y la censura que pueden imperar en los medios de comunicación convencionales. Como dice Aguirregabiría (1988:16), "cuando cada día nos aproximamos más a lo que se ha denominado 'sociedad desescolarizada', en la que los niños y adolescentes, y toda la población, recibe un caudal inmenso de información a través de canales como los 'mass media', el efecto y el objetivo del sistema educativo debe modificarse, procurando ante todo educar a los jóvenes para no sólo entender sino también saber expresarse mediante los nuevos lenguajes de comunicación audiovisual, informático, telemático..."

Con todo, y a pesar de la espectación que en determinados momentos levantaron por su potencial renovador de las metodologías didácticas tradicionales, los sistemas escolares hasta ahora apenas han aprovechado las ventajas que pueden aportar estos medios (motivación, fuente de información, plasticidad y atractivo del formato audiovisual...) ni se han preocupado seriamente de integrar en la actividad educativa de la escuela el creciente volumen de conocimientos que los estudiantes obtienen informalmente por estos canales. Así, omnipresente y atractiva, la escuela paralela (superficial y llena de inexactitudes, cargada de contravalores y donde coexisten de manera indiferenciada realidad y ficción) crece pujante en nuestras sociedades compitiendo con las instituciones escolares en la formación de los ciudadanos.

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